miércoles, 1 de junio de 2011

Como la vida misma

Madrid, jueves, a las 22,30 horas. Vuelvo a cas desde el local del Grupo. El día es fresco pero a la vez agradable. Mi bus, que va medio vacío, llega. de la noche. Subo y me acomodo en el centro del mismo;  y si querer, debido al volumen y al escaso ruido que en esa hora hay en al ciudad…, escucho la conversación telefónica de una compañera de viaje.

Hola. Te llamo porque no sé qué hacer. Todos los años lo mismo. A mitad de año, lo tenía clarísimo. Tú qué vas a hacer? No lo sé tampoco debió responder su interlocutor-a.
Joder todos los años igual. Mi hermana está igual. Algo tenemos que hacer. El plazo termina el viernes.

Es que no quiero seguir, pero no puedo dejarlo, porque forma parte de mi vida. No quiero seguir pero me muero por pensar en no estar ahí cada quince días.

Formamos parte de eso, mucho más que ellos. Pero a la vez me tienen harta.

Yo me voy imaginando el contenido de la conversación, porque alguna frase me suena de mi vida y es importante. Tú si tienes mi fé, lo habrías también entendido.

Mi momento de bajar está al llegar. A dos semáforos está  mi parada, y yo ya tengo claro que algo le voy a decir a esta apuesta luchadora.

La puerta del autobús se abre, y…la miro, sonrío, y  digo: Renueva, forma parte de nuestro corazón.

Ella me responde con unA sonrisa y un AUPA ATLETI

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