lunes, 30 de mayo de 2011

Puertas

Cuando el avión tocó tierra, hubo en los ojos del joven Carlos, plena certeza de unión entre el hombre y su destino. Su abuela le había dicho desde niño que algún día llegaría lejos. Y ahí estaba cumpliendo el presagio, en el aeropuerto de Gatwick, ciudad de Londres. 

Sonriendo a miles de kilómetros del pasado, a 21 años de sus primeras lágrimas.
 
Aunque durmió las muchas horas que duró el vuelo, fue breve el encuentro con sus sueños. Toda la vida se había sabido igual que las demás personas, había creído siempre que no hay diferencias entre los humanos. 
 
Pero en pocos minutos, la dura escuela de la vida se encargó de enseñarle que hay tres mundos en indiscutible orden, que él es del tercero aunque estaba osadamente pisando el primero. De inmediato fue bajado de las nubes, devuelto a la tierra, fue regresado a su origen.
 
En todo había acertado su abuela, María. Los tres años que compartieron planeta le bastaron para profetizar de su inteligencia, la pureza y la verdad de sus palabras, predecir el limpio cristal de su mirada, anticipar la sencillez de su corazón, la prudencia de sus actos y su incansable tendencia al trabajo. Pero el peso de los años acabó aplastándole y partió sin que él tuviera edad para aprender.
 
Cerró los ojos sin tener tiempo para explicarle que la llave del primer mundo pocas veces se consigue con la virtud. Que quienes no la reciben por herencia genética, tienen que comprarla con dinero. Se marchó la abuela sin decirle que los indios y los negros no siempre son bienvenidos, no en cualquier parte, nunca cuando hay crisis, y son siempre sospechosos. Que tienen una mágica capacidad innata, un no sé qué, que con su sola presencia hacen saltar las alarmas humanas anti-amenazas.
 
Si hubiese sabido todo esto, si su abuela hubiera alcanzado más años, seguro Carlos habría cambiado su estrategia. No habría gastado sus ahorros ni agotado buenos años de su vida. No habría -seguramente- tenido que llegar hasta ahí, para ver cómo por las puertas grandes, no caben los más pequeños.
 
Bobby.-
 
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3 comentarios:

  1. Hola Santi, me gusta tu blog, y lamentablemente lo que acabo de leer es demasiado real.
    Mucha suerte. Magda

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  2. me ha gustado este artículo mucho, ehnorabuena por el blog

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  3. enhorabuenapor el blog, me ha gustado mucho este artículo

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