jueves, 20 de noviembre de 2014

DEberes, deRECHOS

Hace más de veinte años una pintada callejera me impactó, hasta el punto de incluirla entre mis pensamientos desde entonces.  Fue en Guantánamo, Cuba, durante la preparación de un Proyecto que posteriormente llevaríamos a cabo en la isla.

Al volver a Madrid, consulté el asunto; el contenido del graffiti me había intrigado, y como digo aún lo hace.

Una buena persona, muy respetada por mí, me comentó la importancia de su contenido el cuál dicho sea de paso era: “Los Deberes primero. Los Derechos después”. Antonio que así se llama este buen, experimentado y luchador amigo, ejemplo de mil batallas y “Jefe”  respetado y ejemplo en mi lugar de trabajo, me hizo el siguiente comentario:

“Quizás lo más acertado fuera que no hubiera una preeminencia de unos sobre otros, al referirse a Derechos y Deberes, y que éstos crecieran, se disfrutaran y se insertaran a la vez. “

No negaré que es una reflexión que me ha seguido siendo recurrente en el día a día. Por un lado porque mantengo que siendo los Derechos una realidad inalienable, a la vez reconozco que los compromisos y deberes deben ser también asumidos y trabajados a la misma velocidad que los Derechos.

Por ello, el problema sin duda aparece cuando las velocidades son distintas, desconocidas o incluso confundidas con “libertades personales” calculadas de forma individual y sustentadas en  el trabajo y esfuerzo de otros, para quienes casi siempre parece no haber espacio para el disfrute y sí sólo para el servicio.

Esta controversia la localizo, es sencillo, en todos y cada uno de los espacios de los que participo; ya sean éstos sociales, laborales, formativos, educativos, de tiempo libre; con lo que entiendo  que se ha convertido en algo más que habitual, a la vez que no es únicamente conocido por mí.

Por ello, aquella pintada callejera y bien hecha que leí en su día, no sólo no se quedó en el olvido, sino que su “discusión y debate” disfrutan de una real vigencia.



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